Manda un Bizum al 01976
San Martín de porres

SAN MARTÍN DE PORRES

Fue el santo de la humildad, popularmente conocido como Fray Escoba, siempre representado con la cruz de Cristo y la escoba. Dedicó su vida a servir y cuidar de los pobres y los enfermos con amor y compasión.

Vida de Martín de Porres

Nació en Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579. Fue hijo bastardo de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava, natural de Burgos, y Ana Velázquez, negra libre panameña que vivía en Lima.

San Martín de porres texto

A los doce años empezó a aprender los oficios de peluquero, asistente de dentista y medicina natural. Más tarde, llegó a ser cirujano. La casa de Martín se llenó de mendigos y personas que no tenían recursos económicos, pues eran atendidos gratuitamente y con mucho esmero.
 
En 1594, con quince años, y por la invitación de fray Juan de Lorenzana, decide entrar al convento de Nuestra Señora del Rosario en Lima en la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de «donado», debido a su condición de mulato. En el convento se le confió el oficio de la limpieza; su escoba fue, con la cruz, la gran compañera de su vida.
 
Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Perseveró en su vocación a pesar de la oposición de su padre, y en 1606 se convirtió en fraile profesando los votos de pobreza, castidad y obediencia.
 
Martín destacaba por el cuidado que brindaba a los enfermos. A todos amaba y curaba sin distingo de su procedencia étnica (indígenas, españoles y negros). Fue un verdadero ejemplo de unidad en una sociedad fracturada por diversos conflictos. 
 
Falleció en 1639, tras caer enfermo casi a los sesenta años, y sus restos se encuentran en la Basílica de Santo Domingo en Lima. Fue canonizado en 1962 por Juan XXIII, el primer mulato canonizado por la Iglesia Católica y es patrono de la Justicia Social y de los hermanos cooperadores dominicos. También, su patronazgo se extiende a los pobres, los peluqueros, el gremio de la limpieza pública, farmacéuticos, enfermeros y también es patrón de Cáritas.

Fe y santidad

escultura San Martín de porres

Su carisma hizo que fuera buscado por personas de todos los estratos sociales, altos dignatarios de la Iglesia y del Gobierno, gente sencilla, ricos y pobres, todos tenían en Martín alivio a sus necesidades espirituales, físicas o materiales. Su entera disposición y su ayuda incondicional al prójimo propició que fuera visto como un hombre santo.
 
Como era muy humilde él trataba de ocultarse, su fama de santo crecía día por día. Fueron varias las familias en Lima que recibieron ayuda de Martín de Porres de alguna forma u otra. También, muchos enfermos lo primero que pedían cuando se sentían graves era: «Que venga el santo hermano Martín». Y él nunca negaba un favor a quien podía hacérselo.
 
Se le atribuye el don de la bilocación. Sin salir de Lima, se dice que fue visto en México, en África, en China y en Japón, animando a los misioneros que se encontraban en dificultad o curando enfermos. Mientras permanecía encerrado en su celda, lo vieron llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos o curarlos. 
A diferencia de la gran mayoría de santos dominicos, alcanzó la santidad sin destacar como predicador, teólogo, misionero, mártir o artista. Destacó como religioso afrontando la desventaja de ser pobre, mulato y bastardo. 
 
Martín fue seguidor de los modelos de santidad de santo Domingo de Guzmán, san José, santa Catalina de Siena y san Vicente Ferrer.

Su herencia

Martín nos hace recordar el inmenso poder de la humildad y el servicio. En un mundo saturado por tantas palabras e imágenes, el santo de Lima es un constante recordatorio de la validez del ejemplo y de la grandeza de los pequeños actos cotidianos que pueden cambiar el entorno inmediato e, incluso, el curso de la historia.
La fiesta de San Martín de Porres se celebra el 3 de noviembre, en memoria al día de su muerte.

Bibliografía