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¿Qué está pasando en las misiones dominicas?

Comunicado ante deportaciones de personas de origen haitiano en República Dominicana

No podemos permitir ni humana, ni cristianamente esta situación de violación de los derechos humanos

Testimonio haitiano intento deportación menor

Dignidad Humana y Deportaciones

 

Santo Domingo, República Dominicana, 12 de abril 2024

Es imperativo reconocer el gran desafío migratorio actual, que afecta a gran parte del mundo y a la República Dominicana. Sin embargo, no deberíamos abordar esta crisis como un problema aislado, sino como una oportunidad para fortalecer el tejido social y económico de nuestro país. Creemos firmemente en la capacidad de nuestro pueblo para superar este desafío migratorio. La historia del pueblo dominicano está marcada por la resiliencia y la solidaridad, valores que hoy nos llaman a actuar con justicia y compasión. Las acciones que se ejercen ante cualquier situación de crisis deben siempre respetar la dignidad humana y ajustarse a las leyes nacionales e internacionales. Esto incluye un trato humano para todos los migrantes y sus descendientes y procesos justos y transparentes para la regularización y renovación de documentos.

Como comunidad de fe, creemos que cada persona es creada a imagen de Dios y merecedora de respeto y amor. El mandato de amar al prójimo como a nosotros mismos nos impulsa a buscar soluciones justas y compasivas, que reflejen los valores de nuestro Creador.

En su mensaje del 27 de febrero del año 2021, los Obispos dominicanos, citando al Papa Francisco nos decían:“Comprendo que ante las personas migrantes algunos tengan dudas y sientan temores. Lo entiendo como parte del instinto natural de autodefensa. Pero también es verdad que una persona y un pueblo solo son fecundos si saben integrar creativamente en su interior la apertura a los otros.” Al tratar de nuevo este tema en su mensaje del 27 de febrero del 2022 afirmaron nuestros Obispos: “No podemos hacernos de la vista gorda ante las penurias que sufren muchos inmigrantes en nuestro país. Invitamos a nuestras autoridades a seguir trabajando para lograr una política clara sobre este asunto, y que en base a ella se tomen decisiones firmes y transparentes, con estricto respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas.”

Los clamores por la justicia y la equidad resuenan con fuerza en las calles de nuestro pueblo. Gritos de indignación contra los operativos migratorios en nuestros bateyes, como el caso del 15 de marzo del 2024 a las 2 a.m. en las comunidades del Seibo (Villa Guerrero, Santa Lucia, Km 4 y Km 8). En donde hubo violencia física y psicológica contra niños, mujeres embarazadas y personas vulnerables. Llantos de dolor, por las personas detenidas que deben pagar sumas exorbitantes para regresar a sus hogares. Como país, estamos obligados a actuar dentro de un marco legal que respete la dignidad humana. Está claro que una docena de familias campesinas o de un barrio marginado de Santo Domingo no son quienes ponen en peligro la “Seguridad Nacional”, el hueco que causa mayor inseguridad en nuestra frontera es la Corrupción.

La distinción entre migrantes y sus descendientes y aquellos que en los últimos años han residido en el país de forma regular, es esencial para una política migratoria justa y eficaz que garantice el cumplimento pleno de la ley 285-04 y como lo establece la ley 169-14 del 21 de mayo 2014, para la regularización y naturalización. Como sacerdotes, consagradas y agentes de pastoral levantamos nuestras voces en nombre de las familias, los trabajadores, los envejecientes, las mujeres embarazadas que ya viven entre nosotros y todos aquellos que han encontrado en la República Dominicana un hogar. Por los estudiantes haitianos, inscritos en nuestras universidades por vías formales y válidas a quienes se les está negando la posibilidad de renovar sus visas y se les está impidiendo continuar sus estudios.
Hacemos un llamado al presidente de la República Luis Abinader Corona y a las instituciones competentes a una reflexión seria, al diálogo y acciones, basadas en los derechos humanos. Su acogida es una forma importante y significativa de defender «la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión” (Declaración Dignitas Infinita #40). Las condiciones de total violencia e inseguridad de nuestros vecinos nos interpelan a ser compasivos y nos obligan a detener las deportaciones y a dar una respuesta ética y legal a la crisis migratoria. Los dominicanos somos un pueblo noble y hospitalario y los abusos que hemos señalado destruyen los valores más fundamentales de nuestra identidad.

Encomendamos a Nuestra Señora de la Altagracia, Madre de esta Isla que cuide de sus hijos e hijas.

Amén.

Firman:

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