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NOTICIAS DE MISIONEROS DOMINICOS

¿Qué está pasando en las misiones dominicas?

La celebración de Santo Domingo en Malabo enciende corazones y envía a la misión

Celebración en Guinea Ecuatorial con eucaristía, testimonios, canto en fang y la renovación matrimonial de voluntarios misioneros

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“Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16,15). Este mandato evangélico resonó en Malabo como un eco antiguo y siempre nuevo. No se trataba solo de recordar a Santo Domingo de Guzmán, sino de hacer visible su espíritu en medio de la comunidad. La fiesta no se contó: se vivió.

Desde días antes, la Casa San Martín de Porres hervía en preparativos. El 6 de agosto, como anticipo, dos frailes y un grupo de voluntarios participaron en los micrófonos de Radio María. Allí hablaron del hombre que, hace ocho siglos, soñó con un mundo transformado por la predicación y el estudio; y de cómo su carisma sigue siendo imprescindible en nuestro tiempo. Como recuerda el papa Francisco: “No estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época”. En ese contexto, la misión dominicana es brújula de fe en medio de las constantes mutaciones del mundo. Los voluntarios, desde su experiencia, contaron su misión, la fe que los sostiene y cómo han aprendido a latir al compás de la vida malabeña.

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La mañana del día grande comenzó en el salón de actos. Fray Jesús Nguema y Diosdado Boñao, coordinador del “Verano útil”, guiaron a la comunidad por la vida de Santo Domingo: maestro, predicador y hermano, un hombre que supo escuchar a Dios en el silencio y a los hombres en sus calles. “El que enseña, que se dedique a la enseñanza; el que anima, que se consagre a animar” (Rm 12,7-8). Entre enseñanzas y testimonios, prendió la conciencia de que ser dominico hoy es ser luz para los demás.

A las dos de la tarde, la palabra se hizo pan compartido. Frailes y voluntarias se reunieron en torno a una mesa que unía cocina española y guineana, con vino generoso y conversaciones que nutrían tanto como los manjares.

El momento cumbre llegó a las seis de la tarde con la eucaristía solemne, presidida por fray Roberto Okón Pocó y con la predicación de fray Jesús. Fue más que una misa: fue un envío, un recordatorio de que “la mies es abundante y los obreros pocos” (Mt 9,37), y de que cada corazón está llamado a saciar la sed de Dios que palpita en la cultura local. El coro Santo Domingo de Guzmán – Ntonobe elevó cantos en lengua nacional fang que parecían abrir ventanas al cielo.

En medio de la celebración, un gesto selló la jornada con ternura y profundidad. Fermín y Gema, voluntarios de Misiones Dominicanas–Selvas Amazónicas, celebraban sus 25 años de matrimonio. Vinieron por primera vez como misioneros a Guinea Ecuatorial y, junto a su hija María, renovaron su “sí” de plata. “Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6,21). No fue solo un aniversario: fue un acto de amor inculturado, uniendo su historia a la de esta tierra.

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Como en toda fiesta africana, no faltaron los signos de acogida y amistad. La Asociación de Matrimonios Canónicos – San José los nombró matrimonio honorífico; la Asociación de la Adoración Nocturna – santa Catalina de Siena y varios feligreses ofrecieron presentes, incluido el “popó” conmemorativo del décimo aniversario de la parroquia Santa Maravillas de Jesús y de la presencia dominicana en Malabo. El popó, elegido por ellos mismos, llamó tanto la atención que fray Roberto declaró que, desde ahora, será el color oficial de todas las fiestas dominicanas en la isla.

Los niños del orfanato de Malabo, con su alegría desbordante, recordaron que “dejen que los niños vengan a mí” (Mc 10,14), porque la misión y el amor se entienden mejor desde la sencillez. Y, fieles al dicho guineano “después de la misa, mesa”, la jornada cerró compartiendo de nuevo comida, vino y conversación que parecían no querer terminar.

Aquí, en esta pequeña isla de fe, la fiesta de Santo Domingo no es un simple recuerdo: es una llama que sigue encendiendo corazones y enviando mensajeros a todos los rincones, para que, como dice el salmo, “toda la tierra proclame la gloria del Señor” (Sal 96,3). Agradecemos de corazón a todos los que nos honraron con su presencia en este día tan significativo.

Fray Esteban Nko Sipi, O.P.